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Yo instagrameo, tú instagrameas y, juntos, creamos una nueva perspectiva del museo.

Que los museos españoles (con sus más y sus menos) están presentes en las redes sociales más visuales, es un hecho. No sólo saben aprovechar sus perfiles corporativos (sólo hay que cotillear el Pinterest del Museo Thyssen, seguramente el más prolijo de España, o del Museo Cerralbo, o la enorme labor de divulgación del Museo del Romanticismo en Flickr, para cerciorarnos), sino que se han organizado concursos, y hasta creado galerías especializadas para exponer fotografías previamente alojadas en Instagram. Hasta aquí, todo bien. Pero había que dar un paso más: igual que ya muchos museos hacen visitas especiales para bloggers o para recompensar a los tuiteros que más interactúan con ellos, ¿por qué no invitar a los igers a enseñar al mundo su visión de una institución?

 

 

 

 

 

 

Pues eso ha hecho, aparentemente por primera vez (corregidme si me equivoco), el soberbio equipo de redes del Museo del Romanticismo, en Madrid. El pasado jueves tuve el placer de asistir a una convocatoria organizada por el colectivo de Instagramers madrileños junto con el propio museo, en el que, además de hacernos una visita guiada por la maravillosa exposición de Joan Vilatobà (perteneciente al festival PhE 2014), de la cuál hablaré próximamente, nos permitieron conocer (o reconocer, en algún caso) la fotogénica casa-museo que alberga la colección.

 

 

 

 

 

 

La idea me pareció muy atractiva y, en cuanto la vi publicada en Twitter, rápido me apunté. La acogedora bienvenida de María Jesús Cabrera y Carmen Cabrejas, responsables de comunicación del museo (genial tándem el que forman), fue sólo el principio de una estupenda explicación de exposición temporal y permanente (cosa que, todo hay que decirlo, me llamó poderosamente la atención, pues además de ser unas profesionales de Social Media como la copa de un pino, fueron unas guías excelentes, demostrando que conocían a la perfección lo que manejan cada día en la creación de contenidos que llevan a cabo). Sin duda esto fue para mí lo más destacable de la visita (que no es poco), y disfruté enormemente hablando después con ellas sobre estrategias de RRSS y su importancia.

 

 

 

 

 

 

Sin embargo, la visita me dio mucho en lo que pensar. ¿Cómo se acercan al museo las personas que no están acostumbradas a ello? ¿Vamos a los museos porque de verdad nos apetece, o «porque hay que ir»? ¿Cómo se aproximaron la mayoría de igers a la visita? ¿Por qué lo hicieron? Sé que estas reflexiones me van a hacer quedar mal, pero lo siento, tengo que decirlo: parece que no sabemos comportarnos en un museo. Conversaciones que impiden escuchar las explicaciones, buscar «la foto» sin prestar atención a dónde se pisa (los pobres vigilantes no paraban de pedir que se volviera a la moqueta que marca el paso por las salas), o directamente, por qué no, sentarnos en una silla perteneciente a la colección del museo. Cuento esto para que todos (yo la primera) reflexionemos y sepamos a dónde vamos, y por qué vamos. Espero que nadie se ofenda porque no era mi intención.

 

 

 

 

Pequeña reflexión crítica a parte, he de decir que, como experiencia de comunicación, les doy un 10. Consiguieron hacer llegar el museo a personas que no lo conocían, todos disfrutamos buscando instantáneas, detalles (fruto de ello, os dejo el storify), y se dio un paso más en la labor de la divulgación cultural en el mundo 2.0, donde todos participamos, convirtiendo al museo en un ente abierto y acogedor. Sintiéndonos, como diría con dulzura cierta CM, «en #Casa».

 

 

 

 

 

Mil gracias a María Jesús y a Carmen, así como a Luis, por vuestro esfuerzo. Ojalá sea la primera de muchas y, por qué no, acabemos creando un grupo no ya de bloggers, sino de instagramers culturales ;)